Chuck Berry - The Legend

martes, 26 de abril de 2016

A VER SI NOS VAMOS ENTERANDO

El narcisismo de Podemos
Para "entender Podemos" no hay que verlo como lo que dice ser, sino como lo que es. No es un núcleo de pensamiento crítico, sino un núcleo de narcisismo universitario (típicamente latinoamericano) como el que ha estudiado desde hace cuarenta años el mexicano Gabriel Zaid. En De los libros al poder escribe: la universidad otorga credenciales de saber para escalar en la pirámide del poder. A veces, ese asalto al poder ha sido pacífico, otras no. En América Latina, a partir de la construcción imaginaria de la universidad como nueva iglesia, varias generaciones de universitarios buscaron imponer a la realidad la maqueta ideal de la sociedad perfecta. La guerrilla latinoamericana (en Perú, Centroamérica) no fue campesina, ni obrera ni popular: la encabezaron profesores y estudiantes. Si la realidad no se ajustaba a sus teorías, peor para la realidad. Para nuestros países, el costo histórico de la guerrilla universitaria ha sido inmenso.

Podemos es la versión española de la caracterización de Zaid. La confirmación está en el texto Entender Podemos, publicado por Pablo Iglesias en la revista inglesa New Left Review (julio/agosto de 2015). Se trata de una vaporosa teoría de la historia universal que desemboca en… Podemos. Ante la "derrota de la izquierda en el siglo XX (informaba Iglesias), el pensamiento crítico quedó reducido al trabajo de universitarios". Solo en el claustro universitario podía surgir la "producción teórica" que hiciera posible una "izquierda realista". Al sobrevenir la crisis financiera global, el "vaciamiento" de las soberanías estatales europeas y la indignación social por los casos de corrupción en las élites políticas, España tuvo la fortuna de contar con "el conocido grupo de docentes e investigadores de la Universidad Complutense de Madrid", que integraría Podemos.

El objetivo de ese "núcleo" de "pensamiento crítico" era "agregar" las nuevas demandas derivadas de la crisis en torno a un "liderazgo mediático" capaz de "dicotomizar" el espacio público. ¿Cómo lograrlo? Volteando a "las experiencias acontecidas en América Latina", ricas en "instrumentos teóricos para interpretar la realidad española". De hecho —imaginaba Iglesias—, Europa toda se hallaba en un "proceso de latinoamericanización, entendido como la apertura de una estructura política". Por un lado, había que absorber la obra del filósofo Ernesto Laclau (principal teórico del populismo en Latinoamérica). Por otro, había que "pensar políticamente en clave televisiva", objetivo que se logró con los programas La Tuerka y Fort Apache, nuevos "partidos" que trasladaron la política del Parlamento a la televisión. Esos programas —revelaba Iglesias— fueron la escuela que "nos formó para el asesoramiento en comunicación política que desarrollamos paralelamente en España y América Latina". Pero, para superar "ciertos estilos" (que Iglesias, enemigo del castellano pero amigo del oxímoron, llamaba "movimientistas paralizantes"), se requería algo más: "Usar mi protagonismo mediático". Era necesario "identificar al pueblo de la televisión con un nosotros nuevo". Así fue como la "representación de las víctimas de la crisis" encarnó en su propia persona: "El fenómeno televisivo", el "tertuliano-referente", "el significante", "Pablo Iglesias/el profesor de la coleta".

Para los huérfanos de "pensamiento crítico", estas ideas seminales no son fácilmente comprensibles. Por eso, en beneficio de los legos, a mediados de 2014 el tertuliano/referente y significante concedió en Venezuela una entrevista para un programa de televisión donde se le ve escuchando a Hugo Chávez: "La revolución avanza, la patria avanza (decía el Comandante en 2012). Esto solo es posible en socialismo, solo es posible con un Gobierno que coloque en primer lugar al hombre, al humano, a la mujer, a la niña, al niño". Visiblemente conmovido, Iglesias reacciona en "clave televisiva": "…Cuántas verdades nos ha dicho este hombre... Lo que está ocurriendo aquí es una demostración de que sí hay alternativa, de que la única manera de gobernar no es gobernar para una minoría de privilegiados y contra las mayorías sociales. Ese es el ejemplo de América Latina… una alternativa para los ciudadanos europeos".

El mensaje era el mismo para el lector de la New Left Review y el "pueblo de la televisión": el futuro de España y de Europa era y debía ser (historia y norma, poder y deber, hermanados) la Revolución Bolivariana encabezada por su respectivo caudillo mediático.

Para refutar a Iglesias, alguien señaló lo mucho que Laclau debe a Carl Schmitt, teórico del nazismo, experto en la "dicotomización", que veía la historia como el escenario de dos fuerzas: "Amigo" y "enemigo". (Traducción para España: por un lado "el pueblo", representado por Podemos, representado por Iglesias; por otro el "no pueblo", representado por todas las otras formaciones políticas). Pero a estas alturas esos reparos intelectuales son lo de menos. Ahora, la mejor refutación de la teoría de Podemos está en la espantosa realidad en la que viven "el hombre, el humano, la mujer, la niña, el niño" en la Venezuela creada por el chavismo, una devastación sin precedente en América Latina, comparable a la provocada en Zimbabue por Robert Mugabe.

El profesor Iglesias, por supuesto, no admitirá nunca esa realidad. Y se entiende: Podemos tiene intereses creados en creer lo que cree o dice creer. Esos siete millones de euros no se cobraron en vano. Lo que no está claro es el sentido de esa operación de "asesoramiento en comunicación pública". ¿Cobraron por un servicio prestado al chavismo o cobraron por el honor de ser asesorados por Hugo Chávez, el mayor experto mundial en "dicotomizar" a la sociedad, "pensar políticamente en clave televisiva" y construir un "liderazgo mediático"?

Sobre el peso relativo de la teoría y la práctica en su doble rol de Secretario General y Politólogo, Iglesias confiesa: "Sin el segundo, el primero no habría sido posible". Lo cual supone que la universidad prepara a las personas para la vida. ¿Es así? Zaid llegó a la conclusión de que la mitología universitaria es responsable de ese y otros equívocos, que impiden un progreso que sirva a la vida. Cualquier profesionista responsable sabe que la experiencia práctica, con sus errores inevitables, es la verdadera maestra. No obstante, en una extraña vuelta al platonismo, hay quien piensa que la teoría prepara para la práctica y en cierta medida la supera. Y que para ser político nada mejor que ser politólogo.

Los líderes de Podemos han escalado el poder con credenciales del saber. Son capitalistas curriculares. Son guerrilleros de salón. Desde los peligrosos cañaverales de la Complutense, construyeron teorías contra el poder democrático financiados por el poder revolucionario. Del ciudadano español depende desenmascarar su inanidad teórica, su inexperiencia práctica, su vasta mentira, su mala fe.
ENRIQUE KRAUZE, escritor y director de la revista Letras Libres.
El País, 25/04/2016

sábado, 23 de abril de 2016

DON QUIJOTE Y HAMLET: ASÍ NO HAY QUIEN VIVA

Iba el señor Don Quijote llevando con mucha gallardía su desengrasado esqueleto de caballero antiguo y, al enfilar ya, nada más salir de Ventura de la Vega, el último tramo de la Carrera de San Jerónimo, a primera hora de la noche, cuando empieza a ser arduo distinguir a galgos de podencos y a Aldonzas de Dulcineas, casi da de bruces con un mozo de aire igual de antiguo e igual de noble, o más, pero de aspecto muy descolocado y desbarajustado, que algo masculló en un castellano seguramente recién aprendido y en exceso empapado de oscuridades luteranas.

- "Mire bien vuestra merced por dónde va, alma de cántaro, que podemos acabar los dos en parihuela y a merced de matasanos que nos tomarían, me temo, por material de desecho y a beneficio de inventario", le advirtió Don Quijote al otro, aunque sin perder la compostura y con cierto tono paternal.

- "Algo huele a podrido en Dinamarca", dijo el otro, sin venir mucho a cuento pero husmeando de pronto, y con visible ansiedad, el aire veleidoso de la primavera madrileña.

- "¿Perdone?".

El otro pareció desconcertado:

- "Esto sigue siendo Dinamarca, ¿verdad?".

- "Pues más bien no", dijo Don Quijote, "esto es el Foro. Pero no me diga más: es usted danés, o sea, hereje hasta las cachas, pero aún no debe de tener la conciencia demasiado extraviada ni la cabeza en extremo perdida si ha tenido el buen gusto de venirse a estas tierras a hacerse un Erasmus. Se lo pasará de miedo, pillín".

- "¿A hacerme un qué? Haga usted el favor de no sugerir obscenidades en mi presencia, señor. Yo soy Hamlet, príncipe de Dinamarca", y entonces el mozo se irguió un poco y a Don Quijote le quedó claro al instante que aquel guiri, ciertamente descarriado a saber a causa de qué desventurada ventolera, no era desde luego un mindundi.

Así que Don Quijote invitó a Hamlet, con hidalguía muy acogedora, a acompañarle en un paseo que consideró terapéutico para los desvaríos que sin duda afligían al encantador príncipe nórdico, y pasó en seguida a referirle que él, Don Quijote de la Mancha, hallábase de paso en Madrid porque en esos días, por aquel barrio que llaman de las Letras, se celebraban numerosos eventos municipales en memoria de aquel a quien él mismo le debía la inmortalidad, Miguel de Cervantes, que murió hacía nada más y nada menos que 400 años.

- "Uy, qué casualidad", dijo entonces Hamlet, "cuatrocientos años hace también que murió quien me dio la inmortalidad a mí, William Shakespeare. ¿Ha oído hablar de él? Un genio. Cierto que a mí me hizo enloquecer, aunque, para lo que hay que ver y que vivir, no sé si es preferible verlo y vivirlo loco o cuerdo".

- "¡No me digas que tú también estás loco!", Don Quijote se mostró encantado con la coincidencia. "Si te digo la verdad, Hamlet, puestos a ser inmortales más vale serlo estando un poco chavetas, que hay que ver los marrones que le van cayendo a uno encima un siglo sí y otro también".

Hamlet entonces se sinceró con Don Quijote y le contó todo lo que ya sabemos sobre su desgraciada vida, que hay que ver cómo se lució William Shakespeare con la criatura: lo de su padre y el fantasma de su padre, lo de su madre con su tío Claudio, lo de quien estaba llamado a ser su suegro, el bueno de Polonio, al que él mismo mató por equivocación, y, sobre todo, lo de Ofelia, su Ofelia, ahogada también por su culpa. Y lo de ser o no ser, que tiene castaña. Lo de ser o no ser es que no se le iba de la cabeza. Ofelia tampoco se le iba de la cabeza. Como no se le iba de las narices aquel olor a podrido.

- "¿Pero qué olor, Hamlet?", Don Quijote dio leves muestras de impaciencia. Pero entonces husmeó él también el aire embarullado de esta primavera española que se las trae, y tuvo que reconocer: "Pues sí, Hamlet, algo huele a podrido".

Don Quijote le dijo entonces a Hamlet que tenían que ponerse ya, los dos, al unísono, a deshacer entuertos. Que Miguel de Cervantes también a él le hizo loco, pero que su locura era positiva, proactiva, entretenidísima. Él sabía pelear contra gigantes, por desmesurados y putrefactos que fueran. Algo olía a podrido en el mundo entero. No solo en Dinamarca. No solo en Panamá. No solo en esos parajes misteriosos y escurridizos que llaman ahora paraísos fiscales. No solo en las almas de esos traficantes miserables de gente desdichada. No solo aquí. Por doquier. Algo había que hacer. Lo harían. Ya.

- "Porque seremos inmortales, Hamlet", concluyó Don Quijote, "pero así no se puede vivir".

Hamlet solo le pidió a Don Quijote un momento para ensimismarse. Se sentó en un banco de la plaza que hay frente al Congreso, se ensimismó y murmuró:

- "Ser o no ser".

- "¡Ser, coño, ser!", gritó Don Quijote.

Y Hamlet dijo: "Vale".
EDUARDO MENDICUTTI
El Mundo, 19/04/2016

lunes, 11 de abril de 2016

PIJERÍAS


Como no soy Javier Cercas, van ustedes que arden (y salen ganando) con lo que sigue, que suscribo al cien por cien y sin quitar ni poner una coma, sólo algún que otro subrayado:

La izquierda pija

¿Y qué es la izquierda pija? Podría contestarse a esa pregunta con la respuesta que San Agustín se da a sí mismo cuando se pregunta qué es el tiempo: "Si nadie me lo pregunta, lo sé; en cambio, si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé". Pero en las Confesiones esa frase no es más que una captatio benevolentiae (o una coquetería): la prueba es que a continuación San Agustín se lanza a deslumbrantes reflexiones sobre la naturaleza del tiempo; me encantaría hacer lo mismo con la de la izquierda pija, pero, como no soy San Agustín, van ustedes que arden con lo que sigue.

El verdadero ideólogo de la izquierda pija no es Marx, sino Maquiavelo. El verdadero lema de la izquierda pija no es de Maquiavelo, aunque podría serlo; dice así: "El poder se coge con la izquierda, pero se maneja con la derecha". Esto significa que la izquierda pija llega al poder empujada por el maremoto de la crisis, la miseria, las injusticias flagrantes y la prepotencia innoble de los poderosos, pero en cuanto llega al poder se olvida de la miseria y las injusticias y la crisis y, alardeando con su retórica y su gestualidad antisistema de plantar cara a los poderosos, dobla el espinazo ante ellos, que antes de que la izquierda pija llegase al poder se espantaban con su maximalismo revolucionario, pero que en cuanto llega al poder están encantados con ella, porque les hace el trabajo mejor que la derecha. Antes de llegar al poder, en suma, la izquierda pija es revolucionaria y maximalista, mientras que al llegar al poder se vuelve minimalista e involucionista. La izquierda pija no intenta resolver los problemas de todos, sino que, como dice Víctor Lapuente del nuevo político, "concentra sus esfuerzos en los temas que fracturan a la sociedad en dos bandos para dejar claro que él es el líder de uno". La izquierda pija dice practicar la nueva política, pero su política y hasta su lenguaje son tan viejos como los de la vieja política (propongo fusilar sin fórmula de juicio al próximo político que use la expresión "líneas rojas" o la expresión "hoja de ruta"). La izquierda pija ha inventado una forma de chantaje que la blinda contra la crítica de los pusilánimes (sobre todo los pusilánimes de izquierda), según la cual todo el que la critica es un reaccionario. La izquierda pija protesta con razón contra los recortes a la libertad que se producen en nuestras democracias, pero aplaude sin razón a las tiranías de Latinoamérica o de Oriente Próximo, con lo que incurre en una forma perversa de racismo y supremacismo. La izquierda pija se pirra tanto por salir en la tele como Belén Esteban. Por momentos, la izquierda pija se parece más a Donald Trump que a cualquier otra cosa. Manuela Carmena no pertenece a la izquierda pija, pero sí quien colocó en la fachada del Ayuntamiento de Madrid ese mensaje de bienvenida a los refugiados que, como notó un editorial de este periódico, tiene más letras que los refugiados que nuestro egoísmo ha sido capaz de acoger. Sobra decir que la izquierda pija intenta echar a los militares de las ferias educativas: como si no fuera educativo saber que las guerras existen; como si no fuera educativo saber que, aunque todas sean espantosas, algunas no hay más remedio que hacerlas (nuestra Guerra Civil, sin ir más lejos); como si no fuera educativo saber que quien más odia la guerra es un militar de verdad y que ahora mismo nuestros militares no se dedican a matar, sino a evitar que la gente se mate. Y hablando de guerras: la izquierda pija habla mucho de la nuestra, pero su visión es a menudo acrítica, de parvulario, una visión huérfana de la complejidad ética de lo que Primo Levi llamó "zonas grises", esos espantosos lugares de vértigo donde las víctimas se convierten en verdugos y los verdugos en víctimas. La izquierda pija tiende al sentimentalismo y al moralismo, que son prostituciones del sentimiento y la moral. La izquierda pija es decorativa.

No queremos esa izquierda. No queremos una izquierda cínica, gestera, telegénica y ornamental. Queremos una izquierda humilde y decente, que se parta la cara por resolver los problemas de todos, empezando por los de los que más problemas tienen. No queremos una izquierda pija. Queremos una izquierda de verdad. La izquierda pija es el peor enemigo de la izquierda.
JAVIER CERCAS
El País Semanal, 08/04/2016

domingo, 3 de abril de 2016

CÓMO SER POLÍTICAMENTE INCORRECTO

Hay muchas maneras. Una de ellas es ser un gran escritor y poeta, llamarse Félix de Azúa, e ir por la vida sin complejos ideológicos.

Azúa, flamante académico de la RAE, en una entrevista concedida a la revista Tiempo:

Sobre Ada Colau, alcaldesa de Barcelona por Barcelona en Comú [Equo, Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Podemos, Procés Constituent]:

Una ciudad civilizada y europea como Barcelona tiene como alcaldesa a Colau, una cosa de risa. Una mujer que debería estar sirviendo en un puesto de pescado. No tiene ni idea de cómo se lleva una ciudad ni le importa, lo único que le importa es cambiar los nombres de las calles. 

Naturalmente, la alcaldesa de Barcelona no ha tardado en responder al escritor en su cuenta de Twiter:

En las futuras definiciones de machismo y clasismo de la RAE, el señor Azúa podrá citarse a sí mismo.

Tal vez, tal vez, señora Colau, pero antes de contestar a Azúa yo le aconsejaría que intente ponerse a su nivel. Ya sé que en su caso esto es totalmente imposible, pero, no sé, podría empezar por leer alguno de sus magníficos ensayos o alguno de sus poemas, y si esto le resulta demasiado arduo, entrar en su página web. Quizá aprenda algo con un poco de esfuerzo.

Félix de Azúa ha dicho más cosas, muchas más:

Sobre Podemos, ha recordado que sus dirigentes han aceptado dinero de los gorilas venezolanos y los verdugos iraníes. Yo no entiendo cómo alguien les sigue haciendo caso. La gente no sabe lo que es Irán, que cuelgan a los homosexuales de grúas y lapidan a las adúlteras, o lo que hace el castrismo venezolano. A esta gente de Podemos nadie se lo dice cuando reprochan al resto ser casta.

También ha criticado el apoyo que reciben en las urnas partidos como PP o PSOE, además de plantearse su voto en futuras elecciones para Ciudadanos, partido del que fue cofundador hace 10 años. Sobre el voto a Podemos, lo tiene claro: la gente debe de votar borracha, yo me siento ajeno.

Respecto al independentismo catalán, Azúa ha comparado la presión social en Cataluña con la Checoslovaquia de los tanques rusos o la época de ETA en el País Vasco. Es una presión constante, todos los días y a todas horas. Pero sonriente. Es fascismo sonriente, fascismo simpático, de feria, del poble. [...] En Cataluña ya solo importan los sentimientos, no la razón. Es maravilloso que a Cataluña le represente en España alguien como Gabriel Rufián [portavoz de ERC en el Congreso]. No engaña. Eso es Cataluña. Eso es lo que quiere exportar.

Además, ha calificado la enseñanza de humanidades en España de grotesca y catastrófica. Fíjese lo que ha salido de la Facultad de Políticas de la Complutense... Es lo más ignorante del país, pero consiguen llevar a la gente gregaria como corderitos. Y eso que Pablo Iglesias cada vez que cita un libro lo hace mal.

Al final, curándose en salud y viéndolas venir, cansado de pelear todas las batallas, Azúa ha asegurado que después del verano no hablará de estos temas. Sí, me canso. Es más, a la vuelta del verano, me retiro. Tengo cosas que hacer. Me voy a dedicar a regar mi jardín. Se acabó. Sí señor, tal como aconsejaba Voltaire.

Para acabar de animar el cotarro, acaba de publicarse estos días un libro titulado Perles catalanes: un engendro perpetrado por Salvador Avià, Jordi Avià y Joan-Marc Passada, que habla de una serie de personajes que, según sus autores, tienen en común apoyar a los opresores de nuestro pueblo y de paso oprimir a otras naciones.
El infumable bodrio tiene por subtítulo Tres siglos de colaboracionistas y en su portada ya avisa de lo que te puedes encontrar dentro, porque aparecen lemas como especulador, franquista, colonialista, negrero y explotador...

Mezclando churras con merinas, semejantes calificativos, y otros igual de sangrantes, los escupen estos iluminados contra 70 personalidades catalanas y baleares de todo pelo: desde el capitán negrero Joan Maristany, que esclavizó o asesinó a toda la isla de Pascua, hasta los "principales enemigos del independentismo catalán", según estos lumbreras: Josep Pla, Juan Antonio Samaranch, Cambó y Porcioles, Albert Boadella, Félix de Azúa, Rosa Regàs, Carme Chacón, Miquel Roca o Duran Lleida.

Jordi Avià, uno de los autores del libro, asegura que no se trata de una lista negra de malos catalanes. Podría parecer una lista inquisitorial, pero a diferencia de la inquisición también recogemos los aspectos positivos de un Cambó o un D’Ors; lo que hacemos es hablar no sólo de la parte buena sino de la parte negativa de la que no se habla. Vale, chaval, no cuela, no te esfuerces.

Los 11 personajes que cierran el libro comparten según sus autores al menos dos fobias: Cataluña y el derecho a votar, es decir, la democracia. Lo de siempre, qué aburrimiento. Dichos personajes son, por orden alfabético:

• Félix de Azúa: acorazado del nacionalismo y la seudoizquierda española.
• Albert Boadella: bufón que prefirió ponerse una correa en el cuello y pasar a ser el perrito del mandarín. (¿?)
• Josep Borrell: a quien Cataluña le importa un rábano.
• Josep Ramon Bosch: miembro de Societat Civil Catalana, asociación política contraria al independentismo catalán y favorable a mejorar las relaciones políticas con el resto de España y la Unión Europea
• Francesc de Carreras: uno de los promotores del partido colonialista Ciutadans.
• Josep Antoni Duran i Lleida: pocos seres han actuado con tanta dedicación, influencia y durante tanto tiempo como él para poner palos en las ruedas a los intentos de emancipación del pueblo catalán.
• Arcadi Espada, escritor y periodista.
• Rosa Regàs: ejemplo del nativo agradecido al poder colonial.
• Miquel Roca.
• Alejo Vidal-Quadras.
• Carme Chacón.
Parte de lo mejor de Cataluña, oiga.

Eso sí, los autores "reconocen" que aunque todos son moralmente responsables de actos aberrantes, el nivel de culpabilidad es diferente. ¿Y cómo van a hacerles pagar la culpa? ¿Tienen preparado ya el Gulag?

Esto, amigos, es lo políticamente correcto en Cataluña hoy en día.

Pues, ¿saben qué les digo? Que me estoy aficionando a este asunto de la incorreción política. Le estoy pillando el punto, hombre.